Supongo que casi todos coincidiríamos en que estos concursos de ideas, que hoy en día se apoyan siempre en el potencial de comunicación de Internet y las redes sociales, son en sí mismos una buena idea. Que ayudan a que se exprese un potencial creativo de la sociedad que de otro modo podría no aprovecharse.

Así y todo, quisiera compartir, y poner a debate si interesa, propuestas que podrían hacer más innovadores estos concursos.

Empezaría por recordar que la innovación tiene realmente lugar cuando las ideas se traducen en cambios de comportamiento social. En una innovación de negocio, cuando atrae a clientes. En una innovación social, cuando genera beneficios sociales de uno u otro tipo.

La innovación exige pues ir más allá de la generación de ideas. Oí una vez a un inversor de capital riesgo explicar que las ideas valen poco, quizá el 20% de su decisión acerca de invertir o no. Porque, decía, una idea realmente excepcional, puede estar originándose a la vez en 60 o 70 sitios independientemente. Siendo así lo que ese inversor valoraba es el modelo de negocio (el planteamiento de cómo desarrollar la idea en la práctica en todo su potencial) y, sobre todo, la capacidad del equipo que habría de llevarla a cabo.

Sin embargo, todos los casos que conozco, incluyendo el de Wayra y el de UOC&Plugged, ponen el énfasis en las ideas creativas, más que en los equipos creativos.

Tengo, sin embargo, la convicción, de que un equipo creativo siempre generará ideas (y también proyectos e innovaciones creativas). Pero no necesariamente a la inversa. Una idea, incluso una idea excelente, puede quedarse en nada o casi nada por falta de un equipo apropiado. Que el generador de la idea bien puede no ser capaz de aglutinar. Algún estudio reciente sugiere incluso que la tasa de fracaso en los centenares de aceleradores de proyectos en EEUU, el porcentaje de proyectos que no acaban encontrando inversor, es más alta de lo razonable.

Así pues, la pregunta: ¿Sería más razonable invertir esfuerzos en formar equipos innovadores más que en generar ideas innovadoras?

Creo que está claro que me inclino a dar una respuesta afirmativa. ¿Cuál sería la vuestra?

• Crowdsourcing, frecuentemente en forma de concursos de ideas o de proyectos, incluyendo los predominantemente tecnológicos, como Wayra (Telefónica), o los que tienen una orientación social, como UOC&Plugged, Call to Innovation  o UEIA, entre muchos otros.
• Crowdfunding, plataformas de Internet (como la global Kickstarter, la española Verkami o la cubana Yagruma) en las que unos pueden exponer y promocionar sus proyectos y otros contribuir con su dinero a hacerlos realidad.

Este tipo de iniciativas está claramente de moda, porque también lo está la fe en “the wisdom of the crowds“, auque ésta tenga hoy detractores, incluyendo al best-seller Nicholas Carr, además de los que ya publicaban hace 60 años. ¿Tiene sentido, por ejemplo, que el número de inciativas de crowdfunding esté creciendo a un ritmo del 60% anual? ¿O que haya más de 200 aceleradores de proyectos, aunque se cuestione su eficacia?

En entradas próximas quisiera reflexionar acerca de esta proliferación de iniciativas co- y crowd-. Aunque sólo sea para enlazar con la intención de la Comisión Europea de recibir propuestas acerca de “Collective Awareness Platforms for Sustainability and Social Innovation“, que se supone que han de ofrecer soporte a procesos y prácticas de base para compartir conocimiento, propiciar cambios en los estilos de vida, de producción y de consumo, y en poner en práctica procesos democráticos más participativos.

Si ya hay tantas de estas iniciativas en marcha, ¿qué es lo que motiva el impulso de la Comisión? ¿Es justificado o necesario? ¿Hay una burbuja de expectativas en lo co- crowd-?

Muchos estábamos también al corriente del proyecto de Ferrán Adrià de reencarnar el espíritu del Bulli en un hiper-moderno espacio creativo, bautizado (quizá no tan creativamente) como Bullifoundation. Un proyecto  apoyado de forma decidida por Telefónica para quien, habiendo incluido la renovada Telefónica I+D en Telefónica Digital, su unidad de élite para guiar a la operadora en el nuevo ecosistema de Internet, vivir de cerca el proyecto de transformar el Bulli en un ‘laboratorio de innovación’ ha de ser muy estimulante.

La estrategia de MBA-sourcing (una variante selectiva del crowd-sourcing) adoptada por Telefónica y la Bullifoundation para dar contenido al proyecto era, sin embargo, menos conocida (por lo menos por aquellos a los que la cultura-MBA nos pilla algo lejos). En cualquier caso, hay tres proyectos finalistas, y el resultado del proceso está a punto de hacerse público en un acto previsto para el próximo día 27 en Barcelona. Apúntate: todavía estás a tiempo. También podrás seguir el acto en directo por streaming.

¿Qué opinas de esta asociación entre Telefónica y El Bulli?

A primera vista parecen ser fenómenos completamente distintos: la creación de fotografías absurdas y lindas no tiene nada que ver con un proyecto ‘open source’ que permite el ‘crowdsourcing’ de información de desastres y emergencias; tampoco con la publicación masiva de documentos clasificados.

No obstante, los tres ejemplos que he escogido representan lo que describe Manuel Castells en su concepto de la ‘mass self-communication’: Las masas emiten mensajes e información para las masas. Pero esta nueva forma de comunicación de masa, hecho posible gracias a las posibilidades ofrecidas por las nuevas TIC, no define ni el contenido ni el mensaje de la comunicación. Cualquier mensaje parece ser valido:

• - Los Lolcats se pueden entender como un extremo de las actividades de la ‘crowd’ o masa: creación de imágenes, participación en un tipo de movimiento online, compartiendo las fotos con otros interesados, etc. Todo eso para el puro placer y la diversión.
• - Ushahidi representa una plataforma agregadora -creada en el 2008 durante la violencia post-electoral en Kenia- que permite a los ciudadanos enviar información sobre desastres, crisis o emergencias y la agrega en un mapa para facilitar el acceso y la visualización.
• - Wikileaks también se puede entender como un proyecto 2.0 de una comunidad que diferencia su colaboración y las tascas para proteger a sus participantes y fuentes: los que consiguen y proporcionan la información clasificada, los hacker que encriptan la información y protegen la información y su fuente, hasta los periodistas que la verifican y -sobre todo- la audiencia que sigue las revelaciones a través de otros medios sociales como Twitter o Blogs.

Ushahidi, que quiere decir testimonio en swahili, describe el factor común de los tres fenómenos: todos representan el poder viral de los medios sociales, la necesidad y gran riqueza humana de generar y compartir información.

Esto puede aplicarse para un fenómeno como los ‘lolcats’, el símbolo de una sociedad despreocupada, creando un patrón y una estética en común. En los otros dos casos, este sentido de comunidad se junta con otro valor moral, el del civismo (o -si seguimos a Sarah Palin u otros – el del incivismo y terrorismo).

Me parece que los tres ejemplos dan una impresión del gran abánico de posibilidades que ofrecen los medios sociales. Y solamente representan el principio: el fenómeno social de los medios sociales todavía está en mantillas.

Los ‘social media’ se asocian en general con diversión, ‘sharing’, flujos de información, ‘networking’ o redes sociales, olvidando una gran parte de su actividad: el ‘crowdsourcing’. En castellano se podría traducir como ‘tercerización masiva’ o ‘subcontratación voluntaria’. Se trata de lo siguiente: un proyecto /una empresa se alimenta o se nutre (‘sourcing’ en inglés) del trabajo o de las ideas de la multitud (‘crowd’ en inglés).

El mapa del ‘crowdsourcing’ elaborada por crowdsourcingresults.com incluye una parte significativa de las plataformas que facilitan el ‘trabajo en grupo’. Además organiza estos servicios según distintos sectores de ‘crowdsourcing’, como preguntas, innovación distribuida, los mercados de servicios, contenidos o predicciones, las tareas micro, etc. En la columna a la derecha, se puede observar que existe una herramienta de ‘crowdsourcing’ para casi cualquier tipo de actividad en la Red.

El ‘crowdsourcing’ es un tema fascinante, porque abre posibilidades nunca consideradas vinculadas con preguntas fundamentales.

¿Qué motiva a la gente a trabajar de manera gratuita en una tarea? ¿Trabajando en común, qué nuevos hitos podemos alcanzar?

Se trata de una manera completamente nueva e innovadora de trabajar, rompiendo con patrones de pensamiento y organización tradicionales. ¿Generará una revolución social, tal y como anunciado por muchos? No se sabe, pero parece ser más bien un proceso evolutivo que revolucionario.