Juntos y a la vez aislados

Uso cada día el transporte público en Barcelona. Observo frecuentemente que una buena parte de los viajeros está concentrado en su móvil. Hace unos días fotografié a escondidas a la persona de la imagen, la mirada oculta tras las gafas de sol, los oídos bajo unos auriculares prominentes, el ceño fruncido hacia los dedos que gobiernan la pantalla de su ‘smartphone’.

Sherry Turkle, de actualidad estos días por razón de su nuevo libro, escribe acerca de esto mismo en el New York Times. Vale la pena leer el artículo entero. Extraigo, sin embargo, tres párrafos que me parecen claves:

“Human relationships are rich; they’re messy and demanding. We have learned the habit of cleaning them up with technology”.

“Our flight from conversation can mean diminished chances to learn skills of self-reflection. These days, social media continually asks us what’s “on our mind,” but we have little motivation to say something truly self-reflective”.

“A 16-year-old boy who relies on texting for almost everything says almost wistfully, ‘Someday, someday, but certainly not now, I’d like to learn how to have a conversation.’”

Estoy con Turkle cuando revindica el valor de la verdadera conversación entre personas; una en la que escuchamos a fondo a nuestro interlocutor, en la que hacemos por identificarnos con él y atender a lo que sea que nos plantee. La verdadera conversación es siempre creativa.

También estoy con ella valorando que perdemos algo de esta cualidad humana en las conversaciones intermediadas por una máquina. Sabemos por experiencia, por ejemplo, que muchas veces preferimos despachar un asunto desagradable con un email antes que con una llamada telefónica, con una llamada antes que con un encuentro en persona. Por algo será. En la misma línea, me preocupa oir que cada vez es más frecuente que haya quien cancele una relación de pareja con un SMS o un cambio de status en Facebook.

Me tienta continuar con una reflexión filosófica sobre este asunto, pero la pospongo. Prefiero acabar hoy con una pregunta:

¿Estaríais de acuerdo en el peligro de que nos acostumbremos a rebajar la  calidad de nuestras conversaciones poniendo a la tecnología como intermediaria?

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