Juego de poder: la privacidad y la atención limitada

Tal y como comentamos en la última entrada, la privacidad está directamente vinculada con la vida pública y social. Si ‘social’ se entiende como sinónimo de compartir e intercambiar información y estar conectado, el límite ‘tradicional’ entre la esfera privada y pública se diluye; al menos desde el punto de vista del usuario activo que ‘voluntariamente’ publica información en la Red. No obstante, a este nivel todavía ‘controla’ los distintos elementos que comparte e intercambia.

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Su situación se complica a partir del momento que otros, en general compañías, empiezan a recoger sus datos distribuidos en la Red, juntarlos y interpretarlos con el resultado -en el peor de los casos- de saber más sobre el usuario que el usuario sobre si mismo. Este conocimiento acumulado les otorga un poder que les permite influir en la atención del usuario, dirigir y redirigirla. Y la atención, en la economía de la Web 2.0, es uno de los pocos recursos escasos.

Los medios sociales redistribuyen -en comparación con los medios tradicionales- el poder de la atención según el modelo de la “autocomunicación de las masas” (Castells 2009); los usuarios retoman así posición de su propia atención que ya no está sujeta a la oferta limitada, diseñada y dirigida de los medios tradicionales de la masa. Al menos a nivel teórico.

Porque en la práctica, las compañías intentan recuperar parte de su poder ‘perdido’, desarrollando nuevas técnicas de explotación de datos. Un juego de poder que está solamente empezando y todavía abierto.

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