Echaremos de menos a Elinor Ostrom

La prensa ha informado estos días acerca de la muerte de Elinor Ostrom, la única mujer que obtuvo el Premio Nobel de Economía (sin ser economista).

Durante décadas, las investigaciones de Ostrom se centraron en las formas de colaboración en las que comunidades de diversos tipos afrontan la gestión de ‘common-pool resources‘, recursos a los que en principio toda una comunidad tendría acceso, pero que pueden ser demasiado escasos para que todo el mundo consuma sin límite. Un ejemplo clásico al respecto sería el Tribunal de las Aguas de Valencia, una de las instituciones de Justicia más antiguas de Europa, que dirime los conflictos entre regantes de la Vega valenciana.

La mayor parte de su trabajo se centró en recursos ecológicos, y fue considerada como relativamente marginal por muchos. Durante los últimos años, sin embargo, resurgió el interés por sus ideas por varios motivos, no todos relacionados con las preocupaciones por la ecología.

De una parte, la variedad y número de recursos ‘common-pool’ desborda el ámbito de la ecología. En estos tiempos de crisis, por ejemplo, tanto el crédito como los presupuestos públicos tienen se ajustan a la definición de este tipo de recursos.

En paralelo, la emergencia de los ‘social media’ está propiciando un interés creciente en formas de colaboración mediadas por las TIC. En este sentido, son de especial interés los resultados de las investigaciones de Elinor Ostrom acerca de las  características y reglas de funcionamiento de las organizaciones que gestionan con éxito recursos ‘common-pool’. Porque muchas de ellas tienen que ver precisamente con la comunicación.

Recomiendo a los interesados la lectura del discurso de aceptación de su Nobel (.pdf), del que no resisto la tentación de reproducir parte de su final (énfasis añadido):

“Unfortunately, policy analysts, public officials, and scholars who still apply simple mathematical models to the analysis of field settings have not yet absorbed the central lessons articulated here. [...] The most important lesson for public policy analysis derived from the intellectual journey I have outlined here is that humans have a more complex motivational structure and more capability to solve social dilemmas than posited in earlier rational-choice theory. Designing institutions to force (or nudge) entirely self-interested individuals to achieve better outcomes has been the major goal posited by policy analysts for governments to accomplish for much of the past half century. Extensive empirical research leads me to argue that instead, a core goal of public policy should be to facilitate the development of institutions that bring out the best in humans.

To explain the world of interactions and outcomes occurring at multiple levels, we also have to be willing to deal with complexity instead of rejecting it [...] We should continue to use simple models where they capture enough of the core underlying structure and incentives that they usefully predict outcomes. When the world we are trying to explain and improve, however, is not well described by a simple model, we must continue to improve our frameworks and theories so as to be able to understand complexity and not simply reject it”.

Unas reflexiones que se me antojan muy apropiadas para los años, meses y días que estamos viviendo.

Descanse en paz, Elinor Ostrom. La echaremos de menos.

 

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