Facebook y la transferencia emocional

El penúltimo número de Fast Company contiene una serie (interesante) de artículos sobre Facebook y su fundador, calificado en la portada como un “Ídolo Americano” y “el CEO más famoso del mundo”.

Bajo el titular “Diseñando la felicidad“, en uno de los artículos el equipo de diseñadores de Facebook manifiesta los principios de lo que denominan como “diseño social”:

La mayor cosa en la que Facebook es diferente es que no trata de la interacción entre ordenador y persona, sino entre persona y persona”.

“Se parece a diseñar una plaza o un restaurante“.

Hasta aquí parece sensato, aunque los urbanistas que diseñan plazas pueden quizá empezar que la competencia de Facebook les lleve a afrontar los mismos problemas que los editores de periódicos por la competencia de Google.

Me inquieta más, sin embargo, que las ambiciones de Facebook no parecen acabar ahí. Más adelante en la entrevista manifiestan que “Facebook no quiere catalizar solamente interacciones: quiere catalizar emociones“. A lo que aspiran que Facebook canalice los los mismos sentimientos que cuando tratamos en persona a los amigos y familiares.

Llamadme antiguo, analógico, o inmigrante digital, pero me inquieta la perspectiva de que se impusiera la idea de que las relaciones emocionales a través de Facebook acabaran por suplantar la emoción del contacto directo entre personas, en presencia y sin intermediarios.

Quizá pueda explicar mi inquietud a partir de una lectura reciente. Cuando los ordenadores eran mucho menos potentes que los de hoy, alguien decidió atribuirles ‘memoria‘, seguramente siendo conscientes de que el mecanismo de la memoria de un ordenador tiene poco que ver con el de la memoria humana (curiosamente, por ejemplo, no acostumbramos a considerar que los libros tienen memoria, aunque ciertamente son capaces de almacenar información). Décadas más tarde, acostumbrados a hablar de la ‘memoria‘ de los ordenadores, hay quien tiene la tentación simplificadora de suponer que la memoria de las personas es como la de las máquinas, pero menos potente. En línea de las reflexiones de Shirley Turkle, ya comentadas en este blog, imagino que esta tentación será más poderosa en los niños y los nativos digitales.

¿Os parece razonable la ambición de Facebook de canalizar emociones?

 

 

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One Response to “Facebook y la transferencia emocional”

  1. Hay que tener mucho cuidado, facebook puede ser una gran herramienta para hacer amigos y relacionarse, pero al mismo tiempo puede alejarte de tu familia si es que no lo usas de manera controlada.