“¿Se apunta alguien a Ocupa la Red?”

En un reciente artículo de opinión en El País, el autor de The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom, Evgeny Morozov, desarrolla su polémico argumento respeto a los peligros de y en la Red. En este caso, critica sobre todo a Facebook, en relación con su particular visión y definición de la privacidad:

“Es parte esencial de la nociva visión de Facebook respecto al futuro de Internet, donde la privacidad -más que el dinero duramente ganado- se ha convertido en el genuino valor de cambio en vigor. Y la política monetaria de Facebook precisamente se basa en una sencilla idea: puedes o bien renunciar a tu privacidad y entregarte al mundo de la abundancia de entretenimiento, o bien luchar por protegerla y arriesgarte a vivir en la pobreza de entretenimiento. Tú eliges.”

Morozov distingue entre el usuario-consumidor y el usuario-ciudadano, diciendo que:

“Este Internet, un paraíso para los consumidores, es también un infierno para los ciudadanos.”

Por un lado, el consumidor beneficia –al menos parcialmente– del abandono de su privacidad, porque le facilita el consumo de entretenimiento personalizado. Pero, por el otro lado, los ciudadanos pierden al menos la opción del anonimato y, por lo tanto, la opción de expresar su opinión sin tener que dar la cara y correr riesgos a nivel personal. Un aspecto que –sobre todo, pero no solamente– en regímenes totalitarios es de gran importancia.

El “Internet optimizado para el consumo” puede parecer muy cómodo, porque facilita el acceso, ofrece muchos servicios gratuitamente y alivia al consumidor de tomar decisiones difíciles, presentado recomendaciones, preeligiendo opciones o tomando directamente la decisión.

Por el contrario, el “Internet cívico” puede resultar más laborioso, quizás porque todavía no sabemos cómo será. Dejando las reglas del mercado por detrás, la pregunta sería: ¿Se regulará a través de la ley? ¿O de su arquitectura, del código? ¿Y qué pasará con las normas sociales?

En el actual contexto de una crisis económica prolongada, de la que todavía desconocemos la salida, será necesario replantear y reflexionar sobre los fundamentos básicos de nuestro entorno, también de Internet.

¿Debemos aceptar el Internet consumista tal y como lo encontramos o nos podemos imaginar uno más cívico? O en palabras de Morozov: “¿Se apunta alguien a Ocupa la Red?”

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