Es por este motivo que resulta de lo más interesante la nueva propuesta formativa creada por la Universidad Salamanca para este mes de septiembre. Se trata de un curso MOOC que recibe el título de “El oficio del político” y que pasa a formar parte de la oferta de cursos masivos, abiertos y online que la universidad castellana ofrece a través de la plataforma de prestigio Miríada X.

Este MOOC está dirigido por Manuel Alcántara, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Salamanca y está impulsado por el Servicio de Producción e Innovación Digital, en el marco del plan estratégico de Virtualización desarrollado por el Vicerrectorado de Docencia de la Universidad.

A partir del próximo 27 de septiembre los alumnos del MOOC analizarán cuáles son los perfiles de los políticos y qué tipos de perfiles hay, cuáles son sus funciones y facetas, e intentará discernir cuánto de vocación y cuánto de profesión hay en una carrera política.

El MOOC arrastrará una carga lectiva de aproximadamente 20 hora y estará dividido en 5 módulos: el estudio de los políticos, profesionalización, Formación y obstáculos de la actividad política, la calidad de los políticos y la vida después de la política.

En resumen una oportunidad única para conocer cómo funciona la política a cargo de un experto en dicha materia como es Manuel Alcántara.

Portada de “The Element”, Ken Robinson, Penguin 2009.

El debate sobre el futuro de las TIC y la Educación iniciado la semana pasada en Twitter (#eduTICfuturo ) ha tomado un giro interesante, proponiendo un chat final (Miércoles 27/9/2012, de 17.00 a 17.30 horas) sobre una conocida frase de Ken Robinson: “las escuelas matan la creatividad”. Una tesis recogida y ampliada en su libro “The Element“.

Hay una tautología del pensamiento sistémico que viene a decir que “el sistema ha sido perfectamente diseñado para generar los resultados que produce“. (Cita extraída de “Power and Love“).

En el caso de los sistemas educativos, esa máxima sugeriría que la escuela convencional, la más convencional de todas, se diseñó para ‘producir’ (educar) el tipo de personas que ayudaría a reproducir las fundamentos de la sociedad industrial. En ese sentido, la escuela tradicional fue una de las innovaciones sociales de la Revolución Industrial. Innovaciones que, como han señalado autores  como Peter Drucker, fueron tanto o más importantes que las tecnológicas. Otros autores han hecho observaciones en la misma línea, como David Noble acerca de las escuelas de ingeniería  o R. Khurana al respecto de la evolución de las escuelas de negocio.

La aparición de escuelas alternativas, con valores y metodologías no del todo coincidentes, y en ocasiones ortogonales, a la de las escuelas convencionales, tiene una interpretación evidente desde esta óptica de innovación social. El objetivo de la Julliard School, por ejemplo, es precisamente ayudar a que sus alumnos desarrollen todo su potencial como artistas, líderes y ciudadanos globales. Hay escuelas de negocios alternativas, como Kaos Pilots, mencionada ya en otra ocasión, cuyo objetivo es también las capacidades de cooperación, creatividad y liderazgo de sus alumnos. En el ámbito escolar, hay muchos ejemplos de escuelas, en su mayoría privadas, cuyo ideario y metodología persiguen alternativas a una formación masificada.

El objetivo de estas consideraciones es una reflexión previa acerca de algunas de las cuestiones que se plantean para el chat de mañana en Twitter. En particular,

• Si el diseño del sistema escolar convencional es sistémico, ¿sería razonable esperar cambiarlo sólo a base de introducir tecnología?
• ¿Puede la tecnología ayudar a que escalen algunos de los modelos de escuelas alternativas mencionados? ¿Estarán sus promotores dispuestos a ello?

Mi impresión es que el cambio se persigue en las escuelas requerirá una innovación también sistémica. Tendrá sin duda una base tecnológica, acorde con los tiempos que corren; pero necesitará también una dosis, seguramente mayor, de innovación social. Que, en mi modesta opinión, no siempre está en el radar de los abanderados de la tecnología. Como tampoco, ciertamente, el aprovechamiento de las TIC está en el radar de los que se resisten al cambio. Pero ésta será una cuestión para otros días.

Nos vemos mañana, 26/9/2102, a las 17.00, en #eduTICfuturo.

Algunos de sus mensajes, a ritmo de rap, me parecen inapelables:

• Crea sentido y emoción. Piensa en valores y atención.
• Nosotros somos el futuro, y juntándonos seguro que podemos avanzar.
• Queremos un colegio inteligente, que abra nuestra mente, que una a la gente.
• Una nueva escuela, para la nueva gente.
• Las aulas no son jaulas. Las clases son la base de este viaje.
• Por eso me pregunto para qué mundo me educo.

¿Quién no firmaría estos objetivos en un manifiesto de Educación 2.0? De ahí el estribillo del video: “2.0, es la educación que quiero“.

Sin embargo, el modo en que se introduce la tecnología en el mensaje me parece más debatible. Por ejemplo:

• “El mundo se reinventa con las herramientas de la tecnología, que día a día nos desafía a llenar la pantalla vacía“.

Puedo equivocarme, pero tengo la impresión que hay más desafíos para el mundo, incluso para el rol de la tecnología en el mundo, que el de llenar la pantalla vacía.

También me parece debatible, por lo ingenuo, el mensaje para pasar de la teoría a la práctica:

• “Si quieres adaptarte a la nueva educación, profesor, vamos juntos, dale al ‘ON’”.

Porque sabemos que pulsar el ON sobre un sistema complejo no es tan automático como hacerlo con el interruptor de la luz. Porque:

“Progress is relatively fast in fields that apply knowledge to the material world, such as physics or genetics. But it is painfully slow when knowledge is to be applied to modify our own habits and desires”.

M. Csikszenthmihalyi. “Flow”, Pág. 21.

De otra parte, creo que muchos de los objetivos 2.0 que se expresan en el video pueden también conseguirse sin que los ordenadores entren necesariamente en clase. He tenido, por ejemplo, la oportunidad de estudiar y trabajar hace poco con la gente de KaosPilot, una escuela de innovadores danesa con una trayectoria de 20 años, cuya declaración de valores no se diferencia demasiado de los de los raperos. Este video da una idea de cómo funciona.

Como en el post anterior, estoy deliberadamente centrándome en los bordes del cuadrilátero. Estoy seguro de que es posible combinar enfoques alejándose a la vez de simplificaciones y de maximalismos.

¿Hibridizamos? Podemos debatirlo en #eduTICfuturo. O en donde queráis.

Es inevitable que una parte considerable del debate gravite alrededor de la tecnología, los gadgets tecnológicos y los contenidos digitales.

Desde esta Cátedra Telefónica en la UPF, que pone uno de sus acentos en las relaciones Tecnología-Sociedad, proponemos abrir también un flanco ‘sociológico’ de ese debate. Sobre una cuestión clave, en particular:

En el debate sobre Educación y TIC, ¿qué criterio debería dominar: el modelo pedagógico o la actualización tecnológica?

La respuesta evidente es: “Ambos son compatibles“. Debieran serlo, pero eso no siempre sucede en la práctica. Veamos algunos ejemplos:

• Dolors Reig, una reconocida experta en la materia, publicaba hace poco una entrada en su blog bajo el titular: “La llegada de la tecnología a las aulas es necesaria e inevitable“. Una constante en su texto es sostener que el cambio tecnológico impone deberes categóricos al sistema y a los profesores. Por ejemplo: el sistema educativo “deberá cambiar“, los maestros “deben convertirse en expertos en los recursos que da internet”.
• Por contra, el New York Times informaba hace poco de que ejecutivos de empresas tecnológicas de Silicon Valley envían a sus hijos a una escuela Waldorf en la que, al igual que en otras, por principio, los ordenadores no entran en clase.

Reducir la diferencia a una cuestión de mayor o menor competencia tecnológica sería trivializarla. Porque, a mi entender, lo que subyace son cuestiones ideológicas. Los sistemas educativos se diseñan con una idea (por lo menos implícita) sobre en qué consiste formar a una persona y también sobre el tipo de sociedad en el que se insertará.

Es evidente que las escuelas Waldorf tienen una ideología, que podemos o no compartir. Por equidad, deberíamos admitir también que hay posturas ideológicas en el otro vértice del cuadrilátero. Al fin y al cabo, el sistema educativo que se debate cambiar se diseñó (ver el video de Ken Robinson para una explicación amena) con los ideales de la futura sociedad industrial en mente. El sistema educativo que construyamos tendrá que tomar como referencia los ideales de la sociedad de la información del futuro. Que, mucho me temo, no están todavía consolidados en esta época de crisis sistémicas.

¿Cómo interpretáis vosotros el contraste de posturas que hemos apuntado?